viernes, noviembre 07, 2008

Dios me canta

Dios me canta
con el trino del Xanate
el rugir de los autos, las motos y los aviones
el torrente de mi propia sangre
los pasos sobre la hojarasca
el aire que frota mi nariz cuando respiro
-Hann

De nuevo a las calles

No cabe duda que ver tanta tristeza en el diario se contagia. Debe ser por eso que muchas personas, yo misma en otras ocasiones, no se detienen a ver los periódicos ni de casualidad.

Es tan conmovedor ver a los pequeños hijos del difunto secretario de gobernación, Juan Camilo Mouriño, abrazados a la fotografía de su padre, y a los abuelos llorando inconsolables durante las exequias. Casi lloro también como si desde el interior de mi ser se reflejara el recuerdo del dolor que se experimenta al perder a un ser querido; eso debe ser la empatia... o lo mas seguro un amarillento truco de los medios.... el morbo. me acorde de Colosio.

Ahora que trabajo cerca del lugar del fatídico accidente aéreo, tuve la oportunidad de notar al día siguiente del mismo, un silencio inusual cubriendo a los transeúntes; no podría llamar tristeza a lo que vi, sino una profunda reflexión, quizá consternación, si, un poco, yo iba pensando en trozos de metal regados, hidrosina, pedazos de cuerpos pegados en todos lados, flamas, los tripulantes, los peatones y conductores afectados y en el infaltable "pude ser yo" o "cuando te toca, te toca" y, muy en contra de mi declarado agnosticismo, un "gracias a Dios y a todos los ángeles no me pasó".

Silencio, como decía, las parejas no se hablaban; los gritones y despachadores callaban, a lo sumo daban indicaciones a señas; no había mochilas sonideras en el metro; los vendedores anunciaban sus mercancías sin emitir sonidos hablaban lo imprescindible y te daban el cambio sin gesto alguno, apenas con un "gracias" en forma de susurro; esa mañana fue como asistir a una coral de pensamientos.
Hann.